Por Rafael Monsanto,
El país conmemora hoy lunes con varios actos el 50 aniversario de la muerte de Rafael Leónidas Trujillo Molina, dictador dominicano que gobernó a los dominicanos por casi 31 años cometiendo crueles asesinatos contra sus opositores.
La principal actividad se celebrará en el lugar donde fue abatido el dictador bajo la organización de la Fundación Héroes del 30 de Mayo, donde se espera nuevamente la presencia del único superviviente del magnicidio, el general vitalicio Antonio Imbert Barrera.
Otras instituciones como el ministerio de Educación también harán acto conmemorativo en una escuela de Santo Domingo, y se recuerda que como parte de las actividades el Senado rindió homenaje a Imbert Barrera y de manera póstuma a sus compañeros integrantes del complot que ejecutó al dictador.
Además, será inaugurado el Museo de la Resistencia, un organismo creado por el Gobierno para "recopilar, organizar, preservar, investigar y exponer los bienes del patrimonio de la nación correspondiente a las luchas de los dominicanos contra la dictadura.
La Era de Trujillo (1930-1961), como se conoce ese período en el país, es considerado por muchos como uno de los regímenes más sangrientos de América Latina.
Trujillo ha sido comparado con crueles dictadores del mundo, tales como Francisco Franco, de España y Adolfo Hitler, de Alemania.
Trujillo asumió el poder en 1930 a través de un golpe de Estado que encabezó contra el Gobierno del general Horacio Vásquez, a quien servía como jefe del Ejército, tras lo cual inició un rápido proceso de aniquilación de líderes nacionales armados.
Su apoyo político lo organizó alrededor del Partido Dominicano, único legalizado en la nación, al tiempo que se agenciaba la colaboración de varios de los más destacados intelectuales, e iniciaba la construcción de un emporio de empresas de todo tipo que empezaron a engrosar sus cuentas personales.
Trujillo creó también el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), un temible cuerpo de represión y persecución que mantenía un control prácticamente absoluto sobre los ciudadanos, a través de un efectivo sistema de soplones que hacía a los vecinos sospechar hasta de su sombra.
El grado de poder que acumuló alcanzó niveles tales que al final de su régimen se atreviera a financiar el atentado que casi cuesta la vida a uno de sus más fuertes críticos a nivel internacional, el ex presidente de Venezuela Rómulo Betancourt.
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