La migración de Haití hacia República Dominicana sería sólo temporal; y la presencia de inmigrantes haitianos en el país se limitaría a la búsqueda de otros destinos como Estados Unidos, en opinión de Michel Wieviorka, un sociólogo y pensador francés para quien el fenómeno migratorio ha experimentado profundos cambios en los últimos años.
Wieviorka consideró que la migración haitiana es un caso particular, motivada sobre todo por las condiciones de vida en el vecino país, donde la “situación de vida o muerte” obliga a sus habitantes a buscar los medios de subsistencias en otras partes.
El experto, que llegó al país invitado por el presidente Leonel Fernández, agregó que aunque deben existir medios de control y de regulación, la migración no puede ser contrarrestada por la fuerza, y aseguró que República Dominicana puede aprovechar este flujo migratorio para impulsar el desarrollo económico en ambas partes de la isla.Se estima que en territorio dominicano viven unos 800,000 haitianos de manera irregular, aunque la Organización de las Naciones Unidas dice que antes del sismo de enero del año pasado en Haití eran unos 600,000.
El Congreso dominicano tiene pendiente de revisión un proyecto para reglamentar la Ley General de Migración, mediante el cual las autoridades podrán expulsar a indocumentados que llegaron al país después de la promulgación de la nueva Constitución en enero 2010.
Entre enero y marzo Migración deportó a más de 3,000 haitianos indocumentados, aunque el Ejército informó en abril que el número de deportaciones fue de más de 6.000 personas.
“República Dominicana puede ver cómo ayuda a que (los inmigrantes haitianos) puedan llegar y regresar”, dijo Wieviorka durante una visita al director del LISTÍN DIARIO, Miguel Franjul, a propósito de una conferencia que el sociólogo francés dictó anoche como parte de la Cátedra Unesco del Instituto Global de Altos Estudios en Ciencias Sociales (IGlogbal) y de la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode).
“Ciudades globales”
Wieviorka (París, 1946), doctor en sociología y en ciencias de las organizaciones, director de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París y desde el año 2009 administrador de la Fundación Maison des Sciences de L’Homme, explicó que la globalización ha fomentado la aparición de fenómenos migratorios totalmente distintos a los que existían en el siglo XX.
Entre las nuevas características, el experto citó la formación de “ciudades globales”, aquellas en las que confluye gente de todas partes (Hong Kong, Los Ángeles), y el deseo de movilidad que anima a millones de personas en el mundo.
“La migración ya no se limita a un solo modelo”, dijo.
“Ahora hay mucha gente que va y regresa, otra que va pero no para quedarse, otra que se identifica con las diásporas”, agregó Wieviorka, reconocido también por su obra “Sociedades y terrorismo”, que recibió el premio especial del jurado europeo de Amalfi en 1989.
El sociólogo francés señaló que las amenazas a la seguridad han pasado de ser cuestiones nacionales a regionales, y que por el mismo motivo las respuestas a ese fenómeno deben darse en la misma dimensión. Wieviorka agregó que tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, EEUU, que puede considerarse como la más alta expresión del terrorismo global, los movimientos extremistas han vuelto la mirada a los Estados.
“Hoy el terrorismo es más fragmentado que ayer”, dijo el sociólogo.
La democracia
El experto francés indicó que la Primavera Árabe, como se le ha venido a llamar a los movimientos insurreccionales ocurridos en el norte de África y Medio Oriente desde diciembre del año pasado hasta la fecha, han demostrado a los pueblos musulmanes que existen otras vías además de la violencia para exigir sus reivindicaciones.
Wieviorka afirmó que por las características que rodean a los países musulmanes donde se han producido los alzamientos, es difícil que se repitan en América Latina, continente que según el experto vive ñsalvo contadas excepcionesñ el esplendor de la democracia y ha aprendido a superar mejor las vicisitudes de la historia.
“Yo no digo que América Latina sea un paraíso, pero la crisis no es tan fuerte como en Europa”, afirmó.
Según el sociólogo francés, lo más que podría suceder en este continente son manifestaciones pacíficas como las que ocurren en España o Grecia y que la situación de los países árabes podría darse más en regímenes muy autoritarios como China.
Wieviorka consideró que una posible solución a la crisis europea, cuya juventud, dijo, se encuentra desesperanzada, está en la apertura de los partidos de izquierda a la globalización y a la diversidad cultural, cambio que arrastrará a la derecha, y por ende, a toda la sociedad del viejo continente.
UNA LARGA CARRERA
El sociólogo francés Michel Wieviorka, ex presidente de la Asociación Internacional de Sociología, dictó anoche la conferencia “Frente a la crisis: el estado actual del debate de ideas en Europa”, en un conservatorio organizado a través de la Cátedra Unesco en Ciencias Sociales, Políticas Públicas y Gobernabilidad Democrática del Instituto Global de Altos Estudios en las Ciencias Sociales (IGlogbal) y la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode), en coordinación con la Embajada de Francia.
Wieviorka fue presidente de la Asociación Internacional de Sociología AIS/ISA entre los años 2006–2010 y ha dirigido numerosas revistas científicas, y es miembro activo de varios consejos científicos internacionales.
Entre los múltiples temas investigados por el experto francés se encuentran el movimiento obrero, los nuevos movimientos sociales y el cambio societal.
La cuestión que lo ha ocupado desde hace más de quince años, la alteridad y la diferencia cultural, lo llevó a estudiar los fenómenos contrapuestos del racismo y del multiculturalismo en los países desarrollados receptores de grandes flujos migratorios.
Algunas de sus obras más importantes son “La propphétie antinucleaire” (1980), “Le pays contre l’Etat” (1981) y “Le mouvement ouvrier” (1984) con Alain Touraine; “Racisme et modernité” (1993) y “La France raciste” (1992) con otros autores, y “Sociétés et terrorisme” (1988) y “Racisme et modernité” (1993) como autor individual.
Sus obras han sido traducidas al inglés, alemán, español, portugués y japonés.
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